Es que en medio del explosivo crecimiento poblacional, asomó en el horizonte del pueblo convertido en ciudad la posibilidad de que se instalen allí barrios cerrados. Por ahora, la ordenanza que regula el suelo los prohíbe, pero el debate está servido y todo indica que será inevitable este año.
“Los barrios cerrados son una buena alternativa para la clase media alta, pero debe atenderse la idiosincracia del pueblo. Hay que ver cuáles son las alternativas y cómo transcurre la discusión. Quizá haya que buscar soluciones intermedias, como, por ejemplo, que el espacio público quede al frente de la urbanización, permitiéndose que sea utilizado por todos los vecinos”, dice Rubén Schiaroli, presidente del Concejo Deliberante, donde resonará el debate en los próximos meses, discusión que incluirá al menos una audiencia pública.